Las voces del pasado vuelven. Tal vez nunca se fueron. Tal vez solo me dieron un breve respiro. Creer que todo en mi vida había mejorado. ¡Pobre iluso!. Tan solo son ilusiones que la mente crea para calmar los tormentos que están latentes y estacionados a la vuelta de la esquina esperando por nosotros.
::Libro de los naufragios::
Los breves momentos de reflexión que ayudan al alma a regresar al camino del cual partió. Lenguajes líquidos que pierden forma y se transmutan en lo que es más conveniente. La ilógica como sendero que los filósofos niegan a seguir y transitar. Un lenguaje esquizofrénico y grotescamente apotegmático presente en las lagunas que forman la mente. La razón persiguiendo los rastros de una civilización que nunca fue, y que nunca será. El hombre irracional sentado en la mesa del té, compartiendo anécdotas de vidas no vividas, compartiendo sabiduría robada de los libros que no se escribieron. Respirando un aire etéreo, pero palpable a la vez, que llena sus pulmones y le otorga un poco de vida. La oscuridad da brillo a su mente, la luz oculta la poca cordura que aun conserva. Luz y sombras no son lo que parecen. El hombre irracional, o no tanto, trata de ocultar su pesadez, su pesadumbre, su insatisfacción con aires de locura.
Creí que el mundo sería transformado, pero me equivoqué. Creí en el hombre que transmuta los valores y se vuelve un mejor ser. Será mejor que emule al ermitaño atrapado en la cueva de su soledad, atrapado por sus sueños que le recuerdan los fallos y tropiezos pasados.
Mientras Obama visita Cuba y Trump amenaza con llegar a la silla presidencial norte americana, el hombre irracional no tiene más salida que reírse de si mismo. Contemplar, solo queda eso, la vacuidad de una sociedad inhóspita e indolente. Donde la irrealidad esta presente y nadie parece vislumbrarlo. Donde el mundo del revés reina como emperador y dictador sin que nadie este enterado. Todos son filósofos, todos tienen la verdad bajo el brazo, todos tienen la solución del mundo en la punta se la lengua, sin embargo, no hay quien tenga voluntad suficiente para cambiar el mundo. Karl Marx ya lo había advertido y señalado, el objetivo de una verdadera Filosofía es cambiar el mundo y transformarlo, no solo descifrarlo.
El hombre irracional se retirara a las trincheras, tal vez se sienta más cómodo ahí recluido. Apartado del mundo, apartado de la maldad, apartado de una colectividad carente de solidaridad y camaradería.
A veces creo que el mundo, más bien la sociedad, merece lo que tiene y padece. Sin embargo, recuerdo que formo, quiera o no, parte de ella. Sus problemas son los mios, y si no lo son algún día lo serán. Si quiero justicia, debo ser justo. Si quiero ser respetado, debo respetar. Si quiero trascender, debo ir más allá del pensamiento individual y pensar como ayudar al mundo, mi mundo. Dejar por un tiempo mi esfera personal e inspeccionar otras esferas de vida. Ver el mundo que me niego a ver.
Wittgenstein, ese filósofo austríaco con apariencia de ermitaño y de desquiciado (perdón), aconsejaba a sus acólitos abandonar la Filosofía y seguir rumbos más prósperos y productivos. Una Filosofía improductiva solo dará frutos con semillas vanas. Tal vez tenía razón. Tal vez se equivocaba. Pero lo que sí sería recomendable es fijar la mirada a nuevos objetivos.
La Filosofía debe ser activa, viva y consciente de la realidad. No cerrarse en teorías abstractas que solo unos cuantos entienden, y que muchas veces los mismos creadores refutaban (o refutarían si hubiesen vivido más tiempo). Dejar que nuestras ideas se plasmen en acciones que mejoren la vida de todos.
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